La “violencia económica” de género se encuadra en el tipo de violencias de género que podríamos llamar inexploradas o violencias en la sombra.
La “violencia económica” de género es un abuso “muy sutil” que sufre un elevado porcentaje de mujeres, tanto durante la convivencia en pareja como después de la separación, y a pesar de estar incluido en el Convenio de Estambul, que lo contempla como violencia contra la mujer, no está recogido como tal en ningún ordenamiento jurídico. El no estar tipificado como delito hace que su invisibilidad sea muy alta.
Una de las principales características de este tipo de violencias es que los abusos que llevas asociados se encuentran, en la mayoría de los casos, normalizados por la sociedad. Visibilizar, sensibilizar, concienciar y desnormalizar este tipo de violencias es fundamental para poder luchar contra ellas y trabajar en su reducción y eliminación.
Durante la convivencia o tras la separación o divorcio pueden darse tres tipos de tácticas de abuso económico -el control económico, la explotación económica y el sabotaje laboral.
En la convivencia el control económico se da, por ejemplo, cuando el hombre da una asignación a la mujer para los gastos y le exige que le entregue los tickets de todo lo que compre.
En la convivencia el control económico se da, por ejemplo, cuando el hombre da una asignación a la mujer para los gastos y le exige que le entregue los tickets de todo lo que compre.
En el caso de la explotación económica, el hombre realiza grandes gastos sin el conocimiento de su pareja, como la compra de un coche o una moto, sumando deudas, o no paga parte de su aportación para el mantenimiento de la casa o la hipoteca.
El sabotaje laboral se produce cuando el hombre no deja ir a trabajar a la mujer porque se tiene que quedar en casa cuidando de los niños o no le permite acudir a cursos o viajar para promocionarse en el trabajo.